¿Te lo has preguntado alguna vez? ¿Sabes amar?
KUSAMBILILA PAKUTEMWA, traducido del Chibemba significa: Aprender para Amar. “Yo estoy aprendiendo. Aprendiendo a aceptar a las personas, es difícil de aceptar a las personas así como ellos son, y no como yo quiero que sean. Es difícil, muy difícil, pero estoy aprendiendo. Yo estoy aprendiendo a amar.
Yo estoy aprendiendo a escuchar, para escuchar con los ojos y oídos, para escuchar con el alma y con todos los sentidos.
Para escuchar qué dice el corazón, lo que dicen los hombros caídos, los ojos, las manos inquietas.
Para escuchar el mensaje que esconden las palabras, para descubrir la angustia enmascarada, la inseguridad disfrazada y la soledad encubierta.
Para descubrir el dolor de cada corazón. Poco a poco, yo estoy aprendiendo a amar.
Yo estoy aprendiendo a perdonar, porque el amor perdona, limpia las heridas y borra las cicatrices que la incomprensión e insensibilidad grabaron en el corazón herido.
El amor alivia la herida que dejaron los pensamientos dolorosos. No cultiva las ofensas con las piedades y autocompasión. El amor perdona, da olvido, extingue todo el dolor en el corazón.
Yo, paso a paso, estoy aprendiendo a perdonar, a amar. Yo estoy aprendiendo a descubrir el valor. Yo estoy aprendiendo a descubrir el valor dentro de cada vida, de todas las vidas.
El afecto y aceptación, para las experiencias duras, vivido a lo largo de los años. Yo estoy aprendiendo a ver, en las personas, su alma, y las posibilidades que Dios les dio.
Yo estoy aprendiendo, pero ¡qué lento el aprendizaje! ¡Qué difícil amar, como Cristo amó!
Aunque, tropezando, vagando, yo estoy aprendiendo… Aprendiendo a poner de lado mis propios dolores, mis intereses, mi ambición, mi orgullo, cuando éstos impiden el bienestar y la felicidad de alguien.
¡Qué duro es amar!
No permitas que nadie venga a ti sin irse mejor y más feliz.
Se la expresión viviente de la bondad de Dios; bondad en tu cara, bondad en tus ojos, bondad en tu sonrisa.” (Oración de Madre Teresa de Calcuta)
Ojalá que estos días de Navidad, en los que el verdadero sentido es el ENCUENTRO con un recién nacido, aprendamos a redescubrir el calor de la sencillez, de la amistad, de la familia y de la solidaridad. Y como decía Don Quijote: “Yo, inclinado de mi estrella, voy por la angosta senda de la caballería andante, por cuyo ejercicio desprecio la hacienda, pero no la honra.
Mis intenciones siempre las enderezo a buenos fines, que son de hacer bien a todos y mal a ninguno.”
Que en todas vuestras familias brille la fe, “no sólo creer en Dios, sino creer que Dios nos ama”, como gustaba decir el Abbé Pierre; que no falte la esperanza, “como decía García Lorca, “esperando, el nudo se deshace y la fruta madura”; que no falte el amor, como soñaba Pascal, “el amor no tiene edad siempre está naciendo”; que no falte la bondad, que no falte el sentimiento, como adivinaba fray Luis de León, “el intelecto busca, pero es el corazón el que halla”; que no falte la paz, como la contempla Pío XII, “el hermoso fruto de la justicia”.
Y que no falte jamás el Niño… pues “¿Qué tendrá lo que es pequeño que a Dios siempre tanto agrada?” (José Mª Pemán)
¡Feliz Navidad
y feliz Encuentro
aprendiendo a amar!
Hna. Trini.
Discípulas de Jesús