Concepción Pérez Aniorte, madre de nuestro compañero Julián.
Madre de alumno y maestra de Infantil en el Colegio.
“Cuando emprendas tu viaje a Ítaca pide que el camino sea largo.”
¡No temas!
Dicen que las primeras palabras de un discurso son las que captan la esencia del mismo, sobrecogiendo a quien lo escucha desde el primer instante o disolviendo la atención en la atmósfera de la sala.
No quiero pronunciar palabras livianas que vibren en vuestros oídos. Quiero hablaros de sentimientos que lleguen directos al corazón y cobren sentido en vuestra alma.
Dejaré los saludos y agradecimientos para el final. Hoy los protagonistas sois vosotros, Alumnos de 2º de Bachiller.
¡Enhorabuena a todos!
Seguro que ninguno esperaba verme a mi aquí, que fuera yo la que os hablara hoy.
Ya veis… caprichos del destino que ha hecho que mi hijo Julián fuese compañero vuestro.
¡Bueno…del destino y del Padre José María claro! Él fue quien me lo propuso.
Me asusté mucho, muchísimo. De verdad.
Pero…como para decirle que no, ¡con lo ilusionado que estaba!
¡Madre mía…! ¡Cómo estáis!… ¡Estáis guapísimos!
¡Requeteguapos que decimos en Infantil!
Muchas veces habréis soñado con este día, habréis planeado e imaginado como sería y… sin apenas daros cuenta, os encontráis inmersos en él.
Hace tiempo iniciasteis un viaje: vuestro particular viaje a esta casa.
Llegasteis acompañados de vuestros padres, sin más recursos que el impulso que provoca la ilusión de lo nuevo y el miedo a lo desconocido.
Cargados de esperanza, emprendimos ilusionados nuestra marcha.
De vuestra etapa de infantil recuerdo muchas anécdotas. Recuerdo vuestras primeras lecturas en Alex J7, las muestras, los coloreados…
¡Ay, los coloreados!, ¡qué entretenidos los coloreados y sus adornados!
Tremendamente útiles en las largas horas de clase. Seguro que algunos de vuestros apuntes se han convertido en verdaderas obras de arte gracias a los coloreados.
¿Y los copiaditos? ¿Qué me decís de los copiaditos?
Ninguno fuisteis consciente de la importancia que tenía desarrollar esa habilidad.
¡Qué gran logro copiar!
¿Quién no ha echado mano en un momento de necesidad, de copiar , si podía, en un examen? ¿Quién no ha copiado una sofisticada chuleta por si ante una duda hacía falta?
Lo dicho, importantísimos los copiados.
¡Cómo os recuerdo contando cuadritos y calcando dibujos en los cristales de la clase! La de la izquierda del patio de Juan XXIII, que era la mía.
Recuerdo vuestra inocencia, vuestra ilusión, vuestra dulzura…. Pero sobre todo recuerdo vuestro amor, vuestro cariño y respeto. ¡Como os queríais! ¡Qué familiar es Infantil!
Todavía conservo la amistad con vuestras familias.¡ Cuánto cariño he recibido siempre de ellos!, especialmente en los últimos tiempos.
Mi recuerdo para los que hoy no nos pueden acompañar.
Al pasar a Primaria, las “mamás del cole”, que éramos las maestras de Infantil, se convirtieron en “señoritas y profesores”.
En secundaria, en “profes” y al llegar a Bachiller en “amigos”. Esos amigos que siempre, con la virtud de la docencia y el deber moral de la experiencia, han sido vuestros guías. Os han enseñado a recorrer cada tramo del camino. Os han tendido la mano ante la duda y os han enseñado a caminar entre la incertidumbre y la adversidad.
Amigos que os han ayudado a no perderos en las preguntas, sino a encontraros en las respuestas de la inmensa montaña de conocimientos que habéis tenido que abarcar hasta llegar aquí. Esa inmensa montaña que más de una vez os ha hecho enmudecer.
Creo, estoy segura, que nunca os habéis sentidos solos en este viaje.
Durante el recorrido fuisteis conociéndoos más y más, tejiendo amistades que perdurarán para siempre. Amistades que han llegado en ese momento idóneo de la vida que te cambian para siempre. Tal es el cambio que algunos hasta os habéis enamorado.
Y es que, este viaje, os ha aportado valores que todavía no sois capaces de discernir.
Este viaje forma parte de lo que ahora sois y lo que vais a ser.
Os ha dado valentía para entender el final de este recorrido como un punto de partida que se bifurca en incontables caminos y los conocimientos necesarios para seguir caminando.
Os ha dado fortaleza y juicio para enfrentaros a los problemas más hondos del ser humano.
Este viaje os ha esculpido, os ha tallado según un modelo: el de Persona Cristiana que cree en Dios.
Ese ha sido nuestro principal proyecto, nuestro particular PPV. Vosotros, vuestra persona, vuestro proyecto personal de vida.
Hoy habéis llegado al final de esta dura carrera de fondo sin que os tiemblen las piernas.
Hoy sabéis que ya nada será igual.
Abandonáis lo conocido para adentraros en lo desconocido. Nuevas experiencias y aventuras, nuevos compañeros, nuevos profesores. Nuevos retos, en definitiva.
No temáis. No perdáis vuestra identidad. Como dijo el poeta: “Jamás hallarás en tu camino nada que te haga temer, si tu pensar es elevado y selecta la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo”.
Seguid siendo buenos. Vivid desde el agradecimiento y el perdón. Agradeced los detalles del día a día. Poned pasión en lo que hacéis, en lo que vivís. Disfrutad del camino, de cada nueva experiencia. Haced de ella una aventura. Ese es el gran secreto, el que mide nuestras emociones.
Quered a vuestros padres. Os aseguro que no hay acto más difícil y generoso que aceptar que nuestros hijos se hacen mayores. Buscad el equilibrio entre vuestra inquietud y nuestros miedos.
“Creced como personas capaces de cambiar el mundo”.
Pero antes de que empecéis a vivir el futuro y dejéis todo esto atrás, miraos unos a otros… Vuestras caras expresan mucho más de lo que puede transmitir un discurso. Esto son palabras, lo vuestro…hay que vivirlo.
¡Qué suerte haber podido compartir con vosotros este tiempo!. Saber que algo de nosotros va con vosotros y algo vuestro queda entre nosotros para siempre. No perdamos nunca el contacto, seguid viniendo. Os aseguro que nunca he tenido mejores profesores que mis alumnos. Gracias por ayudarme también a mi a crecer como persona.
Gracias a todos mis compañeros de claustro por muchas cosas, por aceptar que fuera yo la que os hablara hoy.
Gracias al Padre José María por encargarme esta maravillosa misión.
Gracias a tí,Julián, por existir, por estar aquí. Sabes cuánto te queremos.
Gracias a todos por escucharme.
En nombre de toda la comunidad educativa, os deseo lo mejor.
¡Que seáis muy muy felices siempre!
“Y ahora que estamos aquí, que este viaje se acaba, que hemos llegado a la cima de la montaña, ¿qué hacemos?
Y el maestro, sonriendo, respondió:
“Cuando llegues a la cima…sigue subiendo”.
¡Buenas noches a todos!
¡Feliz velada!