Noventa y siete alumnos y ocho profesores terminan con gozo su curso de esquí en el dominio más grande del Pirineo y de la península: el Grandvalira en el Principado de Andorra. Desde Grau Roig a Pas de la Casa, y al oeste, hacia Soldeu, El Tarter, y Canillo, nuestros alumnos atraviesan los sectores sumando kilómetros y cotas altas en sus travesías. Mañanas muy madrugadoras, a las 9 h en clase con monitores en pistas a temperaturas bajo cero; comida deportiva saludable a las 12 del mediodía; y tardes apacibles e inquietas sacando cada esquiador lo mejor de sí mismo hasta las 17 h. Muchos alumnos han cumplido su deseo de bajar la que llamamos «la X», la pista «Áliga» donde dentro de unos días se jugará la copa del mundo de esquí.
Un control de sí saludable ha tenido su efecto: ni una pizca de fiebre en nadie, ¡el frio lo cura todo! ¡Cómo nunca!, bueno… un par de esguinces y muy poco más de poca consideración.
Es un deporte apasionante para todo el que lo prueba “y le engancha”, supone un contacto con la alta montaña indescriptible muchas veces, y más este año en que la meteorología continuamente cambiante nos ha hecho vivir la inmensidad de los cambios imprevisibles en cortísimos espacios de tiempo: luz, niebla, nieve, ventisca, rayos leves de sol…
“La nieve” para un alumno de Santo Domingo es ya Grandvalira y unido es: Aina y Meritxell. Aina es “convivencia, fraternidad, servicio”, es el nombre de la casa diocesana de colonias en la Parroquia de Canillo; y Meritxell es el nombre de María, la patrona del Principado, Meritxell es “luz del mediodía”, es la invocación a María que se convierte en nuestros alumnos resistentes en la “fortaleza de la fe”. Sí, la nieve nos hace armonizar nuestro cuerpo, nuestra alma, nuestro espíritu más profundo en donde Dios habita. Ya tenemos reservado este rinconcito apacible para 2020. Un abrazo esquiadores. ¡Muchas gracias, todo ha estado muy bien!!! JM.