1. En primer lugar la Visita Pastoral se inscribe en una antigua tradición, que arranca de los Apóstoles. Pablo y Bernabé habían terminado el primer viaje misionero fuera de Palestina. Con mucha esperanza y con abundante sangre y persecución fueron plantando comunidades en Chipre y en Asia Menor. Pasó el tiempo y un día comentó Pablo a Bernabé: “Vamos a visitar a los hermanos de cada población donde hemos anunciado la Palabra del Señor, a ver cómo se encuentran” (Hch. 15,36). Fue la primera Visita Pastoral.
La Visita Pastoral es, por tanto, una visita para conocer cómo se encuentran los hermanos. Conocernos es un fin de la visita. Reconoceros como hermanos. El pastor conoce de cerca la voz de sus hermanos y los hermanos conocen de cerca la persona y la voz del pastor, recordaba Jesús.
Y en esta visita hay una pregunta cargada de interés y de afecto: ¿Cómo os encontráis? ¿Cómo estáis? ¿Cómo es vuestro Colegio? ¿En qué os ha enriquecido el Señor?, según se expresaba S. Pablo. ¿Por qué dificultades pasáis? ¿Qué debéis hacer?
2. La Visita Pastoral es, además, un gesto humano de fraternidad, de amistad, por mi parte. Es muy triste una casa en la que nunca suena el timbre, porque nadie llama a la puerta. Visitar es valorar a quien se visita y manifestarle el aprecio en que se le tiene, ofrecerle apoyo y aliento. Algo así quiero vivir.
3. Este gesto tan humano lo realizó el Señor para expresarnos y para darnos a conocer su amor eficaz. Porque visitar es también una acción de Dios. Zacarías cantó emocionado que Dios nos visita y las mismas gentes, al ver a Jesús, exclamaban que Dios “ha visitado a su pueblo” (Lc 7,16). En este marco se desarrolla la Visita Pastoral: como recuerdo de los hermanos, como afecto e interés, que Dios mismo manifestó.
4. Por eso la Visita Pastoral debe entenderse como un acontecimiento de gracia para la Comunidad Educativa. Le pido al Espíritu Santo que para vosotros y para mí sea una ocasión de gracia y amistad, porque sé que el Señor me hablará por vosotros. Deseo ir a veros como lo haría Jesús, a quien S. Pedro llama “pastor y obispo de nuestras almas” (1Pe 2,25) y, al final de esta primera carta, llama también a Jesús “Pastor supremo” (1Pe 5,4). Carecería de sentido ir a veros, si no fuera “en el Nombre del Señor”.
5. La Visita Pastoral, que se viene realizando en la Diócesis desde hace muños años, es a todos los Colegios Diocesanos de la misma. Esta realidad, entrañable me habla, en primer lugar y ante todo, de personas. Visitar hermanos sacerdotes y conversar con ellos. Tratar con los profesores, escucharlos, conocer vuestra colaboración y trabajo, valorar vuestra formación y su responsabilidad. Dialogar con los alumnos, conocer sus problemas y contestar a sus preguntas. Compartir con los padres de los alumnos la corresponsabilidad en el proceso educativo de sus hijos… y anunciaros a todos la Buena Noticia de Cristo Resucitado y Vivo.
6. Pero la Visita Pastoral del Obispo quiere, a la vez, agradecer y valorar el esfuerzo de tantas personas, quiere animar y alentar, quiere llegar a todos, y hoy sobre todo a los laicos, comprometidos en la a la tarea misionera y evangelizadora. Sabéis que, desde hace años, nos preguntamos qué dice el Espíritu a nuestra Iglesia Diocesana. Hemos escuchado su voz que nos habla de alejados, porque la increencia crece y es preciso acercarnos con humildad y coraje a los que padecen de indiferencia. El Plan Diocesano de Pastoral de este año nos invita a tener una presencia significativa en la calle.
Decimos, también, que la Iglesia Diocesana ha de estrechar con más fuerza los lazos de la solidaridad y de la fraternidad, y es tarea del Obispo unir cordialmente a todos, ya que el Obispo es el principio y fundamento visible de la unidad de la Iglesia particular (cfr. LG 23; CD 11). Escribía S. Cipriano; “El Obispo en la Iglesia y la Iglesia en el Obispo”. La realidad de estos objetivos ha de estar presente en la Visita Pastoral, porque la Iglesia es “comunión misionera”.
7. También pienso deciros que el corazón y el alma de la Visita Pastoral trata de ser para el Obispo el ejercicio de la caridad pastoral. No es el temor la reacción ante la visita. Ni se trata de una inspección inquisitorial. No se pretende agobiar con nuevos trabajos, aunque haya que hacerlos. Es ocasión para revisarnos cómo estamos, para compartirlo con el Obispo, y, por parte del Pastor, es el compromiso de buscar el bien de cada Comunidad Educativa, todas más significativas e importantes.
Espero compartir con vosotros estos proyectos, serán gozo y esperanza compartidos.
Rafael Palmero Ramos
Obispo de Orihuela-Alicante