La semana pasada fue una nueva página en nuestra vida, una página que ya hemos tenido que pasar pero que nunca olvidaremos. ¡Cómo nos gustaría recordar tan bien páginas verdaderas en época de exámenes!
De hecho, recuerdo cada día con cada detalle.
De Alicante a Madrid y de ahí a Roma. Tres días en Roma, uno de ellos en el Vaticano y otro con excursión a Pompeya y a la isla de Capri. Salida de Roma destino Florencia con parada en Asís. Un día en Florencia y ya camino hacia Venecia, pasando por Pisa. Otro día en Venecia y final del recorrido en Milán.
Muchos han sido los lugares que hemos visitado, diferentes experiencias, tanto buenas como malas, pero todo ello siempre quedará en nosotros.
Una anécdota graciosa ocurrió la noche de Florencia. Tras pasear un rato, el tiempo se nos echó encima y tuvimos que ir corriendo para coger el autobús.
Durante el viaje pudimos sentir el encanto de pasear bajo la lluvia en el comienzo, pero la suerte nos sonrió y el sol brilló con fuerza el resto del tiempo.
No creo que pudiese elegir un lugar, cada uno es distinto y maravilloso a su manera.
Roma es un libro de historia, el Coliseo, impresionante, los Foros, el Circo Massimo, las Basílicas Mayores, las Plazas, la Fontana di Trevi…
El Vaticano, una experiencia conmovedora, con el Santo Padre tan cercano a nosotros, más luego sus Museos Vaticanos, la Capilla Sixtina y la Basílica de San Pedro, con su cúpula enorme.
Pompeya te trasladaba a otro mundo, en el que podías sentir la ciudad antes de la erupción.
Capri, un paraíso. Sin palabras que describan su belleza.
Asís conseguía llevarte de vuelta al pasado, al medievo.
Florencia era acogedora a la par que bonita. El museo de la Academia con el David, Santa María Novella, el Ponte Vecchio, su Duomo, la Galería de los Uffizi…
Pisa, una ciudad peculiar. La Torre Inclinada era enorme, el Duomo, el Baptisterio y el Camposanto.
En Venecia te sentías uno más. Sus calles hundidas por el agua marina, la plaza de San Marcos, la Basílica, el Palacio Ducal, el Puente de los Suspiros, Rialto… Además del taller en el que moldeaban cristal de Murano. Los paseos en góndola serán inolvidables.
Milán era una ciudad moderna pero con mucha historia entre sus calles y avenidas. El Duomo, las Galerías Vittorio Emanuele II, las plazas…Aunque lo mejor no ha sido el haber estado en tantos sitios, sino el haberlo hecho todo juntos, en convivencia, y disfrutando de los regalos que Dios dio a este mundo.
Si me preguntasen si volvería de nuevo, diría que sí sin dudarlo.
Aunque es triste el pensar que esta será una de las pocas experiencias que nos quedan por vivir juntos como promoción, podemos estar orgullosos de haber llegado donde estamos, en el penúltimo curso antes de ir por caminos distintos, y alegres por tener una recompensa tan maravillosa como ha sido este viaje.
Porque el viaje a Italia ha sido y será único.
Claudia Bernabeu, 1 de Bachiller. Mayo de 2011.