Alberto Ortuño, Juan Antonio Rives, Irene Guilló y Gonzalo Montoya, prestaron la voz a sus compañeros en la entrañable Graduación de la promoción 2011 de Bachillerato de nuestro Colegio.
Discurso de Alberto Ortuño Juárez (Segundo de Bachillerato A)
Buenas noches queridos padres, familiares, profesores, tutores, director, sacerdotes amigos y compañeros.
Gracias por acompañarnos hoy en un día tan importante y esperado para nosotros, el día en el que decimos adiós a muchas cosas a nuestros compañeros, profesores, tutores, nuevos y viejos amigos, todos ellos gente que hemos visto a diario durante muchos años día sí día también.
Ya han pasado 15 años desde que nuestros padres decidieron traernos a este colegio para completar nuestra formación académica y religiosa, otros os incorporasteis más tarde. Los días previos fueron de preparación para el gran día en el que iríamos muy guapos, peinados a más no poder y de estreno, con zapatos nuevos, uniforme nuevo y muy importante, una mochila nueva, para llevar el desayuna o “petisuise” pegando tumbos. Nuestras madres con el alma en un puño, y nosotros llorando no queriendo separarnos de ellas.
Nuestras nuevas profesoras Elvira y Manoli nos recibieron con mucho cariño y una gran sonrisa, a pesar de estar toda la mañana limpiándonos los mocos y las lagrimas, aguantando nuestras pataletas, cabreos y más mocos. Pero superado todo esto, llegó lo que más disfrutábamos de pequeños, las excursiones a sitios como los bomberos y a la Cala Capitán.
Poco a poco fuimos creciendo, nos íbamos convirtiendo en “Niños grandes”, y terminaríamos nuestra etapa en Infantil con un emotivo acto de graduación. Y ya por fin lo mejor de todo, ¡nos vamos al patio de los mayores!
Llegó Primaria, profesores nuevos, algunos de ellos ya no están con nosotros, nuestros primeros exámenes, los cientos y cientos de copias, la catequesis “la época de los tazos…” En esta etapa el gran acontecimiento fue nuestra Primera Comunión, que preparamos con mucho cariño con la hermana Trini y nuestras catequistas, siendo la última generación que celebró su comunión en nuestro colegio. Y seguimos creciendo.
Llega la “edad del pavo” y con ella Secundaria, clase hasta la una y media y un profesor para cada asignatura, los primeros viajes de varios días, los viajes “fenómeno” a la nieve, los chismorreos varios con Paco Solsona y sus críticas constructivas, las hormonas sudorosas y olorosas, chicas con pinturas de guerra y chicos machotes por todos lados.
Se acerca el final, y por fin ya estamos en Bachiller, comienza la cuenta atrás, el típico todo lo que hagáis ahora cuenta, había que tomar decisiones que afectarían a nuestro futuro. Pero no todo era estudiar, tuvimos nuestro viaje a Italia con el emblemático guía turístico Don Juan…
La cuenta atrás llega a su fin y con ella nuestra estancia en este colegio termina.
Hemos pasado aquí toda nuestra vida o una parte de ella, con malos y buenos momentos, pero nos quedamos con los mejores, las excursiones, las convivencias, los festivales, los primeros amores y desamores, nuestros amigos, los viajes, nuestros profesores, etc… y todo gracias a nuestros padres que tomaron la decisión de traernos a este colegio y nos dieron la oportunidad de vivir esta experiencia juntos. Muchas gracias.
Discurso de Juan Antonio Rives Cruz (Segundo de Bachillerato B)
Buenas noches a todos. En primer lugar, me gustaría dar las gracias a mis compañeros, que me han dado la oportunidad de hablar en representación de ellos y particularmente a los dos cursos de ciencias de segundo de bachiller, tanto el de ciencias de la salud como el de ciencias tecnológicas, los cuales me gustaría que se sintiesen representados en este discurso. Puesto que somos de ciencias, que mejor manera de empezar a hablar que echando unos cálculos. Muchos estamos en el colegio 15 años, lo que equivale a 5475 días, que sin contar vacaciones, festivos y fines de semana se quedan en 2775 y si lo miramos en horas vienen a ser 66.600 y así podríamos pasarnos un buen rato haciendo números.
Pero como siempre dicen los profesores, las matemáticas en sí, no tienen utilidad, solo nos sirven para aplicarlas a otras ciencias como podrían ser la física o la informática. Esta noche, únicamente las vamos a utilizar para resaltar, que después de tanto tiempo entre estos muros, es difícil olvidarlos, más bien imposible. Pero esta noche no quiero hablar de los muros, pues al fin y al cavo, solo son piedras. En esta velada quiero recordar verdaderamente el significado que estos conllevan, el de colegio, que no tendría sentido sino estuviesen en el, todas las personas que hoy estamos aquí, tanto los alumnos que lo llenamos, como los profesores, como la familia, que siendo niños tomaron la mejor decisión para nosotros, y que no tendría éxito, si cada año no saliesen de él alumnos como todos nosotros, que sin lugar a dudas hemos aprendido en él, hemos recibido cariño y hemos hecho infinitas amistades. En este colegio hemos tenido tiempo para todo. Hemos pasado momentos de alegría que nunca olvidaremos, como cuando misteriosamente, las cruces se movían solas por las paredes o entrabas a clase y el aroma te embriagaba, recorriéndote por el cuerpo un extraño escalofrío. También hemos llorado por razones como caernos siendo niños para estrenar nuestro
s pantalones nuevos con un parche, o de mayores por razones más serias, como pueden ser, que no te vayan bien los exámenes o que te falle un amigo.
Pero todos estos momentos no han servido para otra cosa que no sea formarnos verdaderamente como somos y que algún día lleguemos donde queramos. En esta tarea, han tenido mucho que ver los profesores que ahora os encontráis ahí sentados, nos habéis enseñado además de las diferentes materias a soñar, a sentir, a creer, a no rendirnos. En esta labor me gustaría destacar especialmente a alguien, alguien que con un pellizco en el pezón podía hacer que te metieses los faldones en menos de un segundo, o por el contrario que escupieras en chicle de la boca al instante en que empezaba a apretar, alguien que al grito de ¡eres un cínico! o ¡nene, tu no eres consciente! Te hacía saltar de la silla y reflexionar si estaba bien lo que estabas haciendo. Sí, estoy hablando de Felipe el de dibujo, Felipiño para algunas, profesor del cual nunca sabremos cosas como si lleva un tatuaje o si de joven boxeaba, pero si otras como el valor, el coraje o la perfección. Queremos decirle, con permiso de la actual profesora de dibujo, que a pesar de que por desgracia no haya podido estar durante todo el año con nosotros, tiene todo nuestro apoyo y que para nosotros siempre será nuestro profesor de dibujo que nunca olvidaremos. Para finalizar, me gustaría resaltar, que una vez más las ciencias se equivocan, porque yo os aseguro que algo muy grande como pueden ser las 66.600 horas que al principio nombrábamos, si pueden caber en algo muy pequeño como es el corazón de todos los alumnos que hoy nos graduamos y que siempre llevaremos en él, este colegio y todo lo que ello implica. Muchas gracias.
Discurso de Irene Guilló Cases (Segundo de Bachillerato D)
En primer lugar, buenas noches y muchas gracias a todos por acompañarnos en un día tan especial como este.
Nosotros, segundo de bachiller C y D, a diferencia de nuestros compañeros de ciencias, nos sentimos más atraídos por las letras. Dentro de esta rama, muchos han podido conocer cuál ha sido el origen de nuestra lengua y cómo ha evolucionado hasta nuestros días, de la mano de mitos y dioses griegos y romanos; otros en cambio, hemos conocido la estructura de nuestra sociedad gracias a la economía, que para muchos ha sido una guerra difícil de batallar, pero que también nos ha enseñado que con esfuerzo y perseverancia podemos llegar a alcanzar todo aquello que nos propongamos.
Las letras, nos han permitido también, ampliar nuestra imaginación y transportarnos a lugares de ensueño de la mano de autores clásicos y no tan clásicos, que nos han posibilitado, no solo tener más conocimiento literario, sino también histórico con sus múltiples referencias a cada época en la que estos se situaban, mientras otros, nos encargábamos de conocer cómo se originó aquello en lo que actualmente desarrollamos nuestra vida y cómo ha ido evolucionando hasta hoy, no sólo en el medio físico sino también económica y políticamente.
Es mucho lo que las letras nos pueden aportar, sobre todo, ayudándonos a conocer todo aquello que no debemos repetir de un pasado, para mejorar el futuro. Por lo que no se las puede despreciar ni decir de ellas que son a las que todo el mundo acude cuando no sabe dónde ir, porque a todos nosotros nos han aportado algo especial, nos han hecho conocer más acerca de nuestro entorno, e incluso de nosotros mismos. Son ellas, las que nos han permitido plasmar en este discurso todo lo que este colegio representa para cada uno de nosotros, que a buen seguro no es poco, ya que después de tantos y tantos años entre estas paredes, son miles las anécdotas que podríamos recoger en enormes libros como los que ahora se encargan de que leamos.
Habladores, imaginativos, soñadores, en ocasiones un poco magantos, quizás estas sean algunas de las características que poseemos en común, pero especialmente son nuestras diferencias, las que han hecho que formemos unos grupos tan heterogéneos pero al mismo tiempo tan unidos, incluso en ocasiones, un poco estresantes para aquellos que nos han de soportar 5 días a la semana durante cada trimestre, donde la típica “aquí se viene a aprovechar el tiempo no a hacer el tonto” es el pan de cada día, pero sin duda será algo que echemos en falta cuando nos encontremos dentro de esta nueva etapa que estamos a punto de emprender.
Todo lo aprendido y vivido a lo largo de estos años gracias a las letras y todo lo que estas nos han aportado, lo trasladaremos el día de mañana a una profesión en la cual desarrollaremos, todas las facultades que hemos ido adquiriendo y que nos han ido enriqueciendo tanto culturalmente como personas que es aún más importante, y para lo que han jugado un papel fundamental cada uno de nuestros profesores. Por ello, para finalizar, me gustaría agradecerles a todos ellos por habernos ayudado a ser lo que hoy en día somos. Muchas gracias.
Discurso de Gonzalo D. Montoya Alcocer (Segundo de Bachillerato C)
Muy buenas noches a todos, antes de nada, quiero remarcar, que estos discursos son de cada uno de nuestros compañeros de segundo de bachiller, y que a través de ellos hemos intentado poner palabras a sus sentimientos, y dar voz, a su emoción, sentida hoy, en el momento en que nos graduamos, poniendo fin a una etapa de nuestra vida, que tiene como telón de fondo este colegio de Santo Domingo.
Ahora mismo, vienen a mi memoria tantos y tantos días, pasados entre estas mismas columnas, tantas clases, tantos recreos, tantas horas, de tiempo fugaz, invertidas, y por qué no, aprovechadas, en este inolvidable lugar que construyó Loaces. Tanta felicidad, que no cabe en un trozo de papel…
Raras veces nos
hemos encontrado mal en esta casa, que es a la vez escuela y templo, que ha sido testigo y testimonio de siglos de convivencia, en los que miles de personas, han aprendido mucho más, de lo que se puede encontrar en un libro de texto. Aquí, nos han hablado, del pasado, del presente y del futuro, aquí nos han enseñado, a crecer en fe, y en esperanza, a crecer en amor.
Imposible sería nombrar a todos los amigos, en el sentido más amplio de la palabra, que de aquí nos llevamos, tanto profesores, que son hoy para nosotros ejemplos de vida que seguir, como alumnos, compañeros inolvidables, que ocupan ya un lugar en la historia de este colegio. Ambos han hecho, que en esta escuela eterna, nos sintiéramos cada día, seguros, cómodos, y lo que es más importante, queridos, es decir, que nos sintiéramos, como en casa. Pero sobre todo quiero hablaros de las personas con las que hemos compartido este último año, es decir, hablaros del segundo de Bachiller del curso 2010/2011, que bajo el timón de sus radiantes tutoras, ha surcado posiblemente más en tempestad que en calma, este curso que nos lleva hacia una nueva etapa de nuestras vidas. Curso, que ha sido lugar de encuentro, de unas personas especiales por las que apetecía venir cada mañana al colegio. A todos vosotros gracias, no cambies nunca, y enamorareis al Mundo.
Terminamos, terminamos nuestra vida en el colegio, nuestras horas de convivencia, unas veces fáciles y otras no tanto, muchas veces de alegrías, y otras de pena, pero que forman ya y para siempre, parte de la historia personal, de todos los alumnos que formamos segundo de bachiller, especialmente de toda la promoción de 1993, grabada en nuestros corazones, y en los de todas las personas que nos quieren y comparten la alegría, diluida en la emoción y la despedida, del día de hoy.
Adiós a todos, y adiós a nuestro colegio, un adiós, que nos abre las puertas, de la vida universitaria, y de un futuro prometedor para todos nosotros. Por último, quiero deciros, que doy gracias a Dios, del que tanto nos han hablado entre estos muros, por habernos traído, a este inolvidable lugar, y por haber puesto en nuestro camino a todas y cada una de las personas que en él se nos han cruzado, no os olvidaremos nunca, porque siempre seréis parte de nosotros, y aunque posiblemente no os lo digamos demasiado, os queremos de verdad. Deseo también, que dentro de mucho tiempo, volváis la vista atrás, y os acordéis de aquellas palabras, pronunciadas en la graduación de aquel curso de segundo de bachiller. Y si esto sirve, para sacaros una sonrisa, y para que os sintáis orgullosos, de lo que habéis sido y de lo que seréis, este discurso de hoy, habrá merecido la pena. Muchas gracias a todos, y gracias Señor por traernos en tu infinita bondad, a este bendito colegio de Santo Domingo. Muchas gracias.